lunes, 3 de diciembre de 2012

Cuaderno de otoño. 4 de Diciembre. Matria.


            Nos ofrecéis para salvarnos toda la tierra de la tierra, y nosotros apenas necesitamos para vivir las riberas  del Gran Río.
            Despojados de lo superfluo, nos enfrentamos al espejo y este nos invita a un paseo por el alma donde nos reconocemos en los demás. Y ese Ser universal no puede ser el veneno que nos mate, sino la miel que nos alimente.
            Nosotros somos quien somos, hijos de Astarté, de Helvia, madre de Séneca y abuela de Lucano, descendientes de Aïsha al-Hurra (Aixa), hermanos de Marianita Pineda. Somos los restos humanos que quedaron al vencer por primera vez en una batalla a un ejército de Napoleón. Los que pusimos la mesa, el papel, la pluma, la tinta, el vino y la sangre para escribir la primera constitución española. Fuimos las espaldas desde donde la Junta Suprema de Andalucía paró al absolutismo. Los Jornaleros y campesinos rebelados contra la injusticia en la "Revolución del pan y el queso", ajusticiados en la ciudad de Loja. Los insurrectos en la campiña y la sierra de Cádiz, juzgados en el proceso de "La mano negra". Los que formaban parte de las cuerdas de presos camino de Filipinas. Los ejecutados en la ciudad de Jerez en aquella ignominia. Los que sentamos  las bases para redactar la primera constitución andaluza, la de Antequera de 1883. Los mismos jornaleros que al grito de ¡Viva Andalucía Libre! vivimos el  Trienio Bolchevique, abriendo paso al "Manifiesto de la Nacionalidad" en 1919. Somos los que pusimos cuerpo y alma contra la dictadura de Primo de Rivera. Las mujeres de la Fábrica de Tabacos de Sevilla que se remangaron para construir la ciudad.
            Nosotros somos quien somos, los que vimos en la II República nuestra liberación, los que luchamos por la reforma agraria de 1932 y el Estatuto de Autonomía de Andalucía de 1933, los que pusimos los muertos en Casas Viejas y tomamos las armas de la palabra y las otras contra el golpe fascista de 1936, los que llenamos las cárceles, marchamos al exilio, los que aún hoy ocupan las fosas comunes diseminadas por nuestros campos, cementerios y cunetas. Los que quedaron aquí para ser la mano de obra barata del señorito y de los otros pueblos y conspiramos contra la dictadura desde las parroquias, los grupos de teatro, la música, la poesía y el tajo. Somos Cristóbal Ibáñez Encinas, Manuel Sánchez Mesa, Antonio Huertas Remigio, obreros de la construcción de Granada asesinados por el régimen en la huelga de 1970. Javier Verdejo Lucas, abatido por las balas en la Playica de San Miguel de Almería mientras escribía ¡Pan, Trabajo y Lib...! Y somos los mismos que un 4 de Diciembre de 1977 tomamos las calles de nuestra Matria, reconociéndonos una vez más a nosotros mismos. Y aquel día de nuevo la sangre manchó las piedras de la calle (que la tierra le sea leve al obrero malagueño José Manuel García Caparrós). Y seguimos caminando por las veredas de nuestra tierra hasta 1983, cuando mil jornaleros entre los que se encontraba Juan Antonio Romero, "El Comandante", hijo de Badalatosa, volvieron a poner encima de la mesa el eje central de las reivindicaciones de nuestro pueblo: la Reforma Agraria. Como si doscientos años de lucha no fueran suficientes.
            Y aquí estamos aún. Siendo quiénes éramos, mujeres y hombres de este lugar, al Sur del Norte y al Occidente del Oriente. Y con lo que hemos escrito y vivido podríamos llenar todas las estanterías de la Biblioteca de Alejandría. Somos los que echamos la red a la mar y la semilla a la tierra, los que construimos las ciudades y hacemos el pan, somos... Y de nuevo en una encrucijada, viendo cómo nuestro propio parlamento legisla contra nosotros en el nombre de la izquierda y por imperativo legal, como si alguna vez nos hubiesen regalado algo. Pero nosotros, Matria, encontraremos el camino.
 Andalucía, otoño de 2012.
 Marcos González Sedano

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