domingo, 27 de octubre de 2013

El anarquismo no es un delito



Esta campaña nace de la inquietud de un grupo diverso de compañeros y compañeras (anarquistas y no anarquistas) ante el clima actual de linchamiento mediático y político, originado por la constante (y no nueva) campaña de criminalización en contra del pensamiento, grupos y personas anarquistas, llevada a cabo desde el Gobierno de la Ciudad de México, y los medios masivos de comunicación, que se ha intensificado a partir de las últimas movilizaciones sociales.
Sabemos que no es la primera vez en que un gobierno emprende una campaña de criminalización en contra, ni del anarquismo en particular, ni de otras formas y propuestas de transformación social, y luchas sociales concretas. Entendemos estas campañas como una herramienta del sistema para enfrentar la diversidad de ideas, movimientos y reivindicaciones sociales que se oponen y enfrentan a sus dictados políticos y económicos, y nos parece preocupante que el discurso construido desde las esferas de poder, y emitido por los medios masivos de comunicación pueda replicarse entre la gente y los movimientos sociales.
Ante esto, es que nace esta propuesta de hacer una pequeña campaña, por medio de materiales de audio y vídeo, con todas las limitantes nuestras y propias del proyecto, no para apelar a la interlocución con el Estado, medios de comunicación o “intelectuales” y periodistas que durante los últimos días han chorreado tinta, desde todos los sectores de la “clase” política mexicana para engrosar esta campaña en contra del anarquismo, sino dirigiéndonos hacia la gente, la de la calle y los movimientos sociales que suelen replicar estas imágenes, estigmas y discursos sin detenerse a reflexionar sobre los objetivos de estas estrategias del poder político y económico para combatir pensamientos y movimientos sociales, propuestas revolucionarias, organizaciones y personas específicas.
Para empezar, tenemos que expresar que entendemos al anarquismo como un conjunto de propuestas, políticas, sociales, económicas, organizativas, con una diversidad de estrategias de lucha, en busca de construir otra forma de relaciones sociales, donde la explotación económica, y la dominación política no tienen cabida, en suma una propuesta revolucionaria en contra del capitalismo y en contra del Estado, que imponen la opresión social.
Las propuestas, ideas, organizaciones, acciones y movimientos anarquistas han estado presentes, estrictamente hablando desde mediados del siglo XIX y han sido de vital importancia en los procesos revolucionarios, donde los de abajo, los explotados y dominados se han levantado para terminar con ese “destino” que desde arriba se les impuso, teniendo una fuerte importancia histórica en la lucha contra la dominación y explotación, la historia de diferentes pueblos y procesos de lucha no se pueden entender si se olvida esta propuesta concreta, pero el anarquismo no se quedó solo en aquellas historias de lucha del siglo XIX y XX, a pesar de los esfuerzos por erradicarlo, silenciarlo y condenarlo al olvido.
La explotación y la dominación, en contra de la que se levantó el anarquismo y otras ideas de lucha social, sigue estando presente, sigue estrangulando a la humanidad y al mundo mismo, sigue imponiéndose por medio de toda la violencia y brutalidad inherente a la dominación, política, económica o de cualquier otro tipo. Dicha explotación, y dominación se impone a partir de la violencia que ejerce el sistema como forma de implantarse sobre los pueblos, hombres y mujeres, mediante sus instituciones, cuerpos policiacos, militares, paramilitares.
La violencia nace de una dinámica económica y política que despoja a la gente de la posibilidad de acceder a una vida digna y plena, donde seamos dueños de nuestro trabajo, decisiones, procesos colectivos e individuales. Asumimos, que ese es el origen de la violencia social: el despojo, la explotación, la exclusión, y la opresión que se ejerce sobre las sociedades, una violencia a veces sutil, otra brutal, de la que esos medios de comunicación no hablan, y la presentan como la “normalidad” social a la que estamos “destinados”.
Ante esta violencia, encarnada en las instituciones estatales, y su dinámica política y económica, se han levantado diversas propuestas, proyectos, pueblos, reclamando los derechos que no se enmarcan en ninguna ley, ni institución, se han enarbolado luchas en contra de esas instancias que imponen la dominación social, política y económica, que no han cesado, que siguen estando presentes, cada una con sus especificidades, y con divergencias entre unas y otras. El anarquismo es una de estas propuestas específicas (y diversa dentro de sí misma), que se mantiene luchando en contra del sistema político y económico, no para reformarlo, sino para transformarlo radicalmente.
La violencia estatal y económica es el medio por el cual se impone la dominación sobre el conjunto de los grupos humanos, y por la cual el sistema combate las diferentes ideas de transformación social que le son incómodas. Más allá de discusiones sobre el uso de la violencia como herramienta lucha, entendemos que ésta es el medio por el cual se hace frente, sea ofensiva o defensivamente, a la otra violencia original: la del sistema político y económico.
El uso de la violencia como herramienta de lucha, no ha sido exclusivo del anarquismo, diferentes han sido los movimientos y propuestas, que desde sus propias dinámicas y concepciones han hecho uso de ella, para enfrentarse a la dominación y explotación, más allá de no ser exclusiva del anarquismo, tampoco es su eje central, como esta campaña de criminalización pretende hacerlo creer.
Es decir, los medios de comunicación, los gobiernos presentan la violencia ejercida ofensiva o defensivamente por los movimientos y propuestas sociales como si sólo fuera “violencia por violencia”, despojando a los movimientos que la usan de todo su sustrato de ser propuestas sociales, políticas, económicas emancipadoras, y haría falta decir, tampoco está presente en todas las expresiones del anarquismo.
El sistema, utiliza la violencia que responde a su violencia para justifica su propia violencia, intentando construir una imagen social del luchador, anarquista en este caso, equiparándolo a ser un “delincuente”, para que la gente asocie a los movimientos, ideas, grupos y personas como “malos” y perjudiciales contra la “sociedad”. Enmascara la violencia oficial, intenta caricaturizar las ideas, manipula las imágenes, palabras, y acciones, estigmatiza formas de vestir, de pensar y de actuar, para intentar esta justificación.
En suma, plantea que las acciones de lucha son un “delito”, partiendo de un concepto jurídico que es uno de los pilares de la justificación social del Estado, intentando que la gente identifique al grupo señalado, y a cualquier otro que se movilice fuera, e incluso dentro de los márgenes del sistema como “delincuentes”.
El concepto de delito, parte de aquello que el sistema plantea como tal, es decir, las leyes y delitos son establecidas por ellos mismos, siendo un acto o conducta específica que es señalada por las instituciones, grupos de poder político y económico como tal, siendo todo aquello que ellos decidan.
Esta construcción jurídica, tiene que justificarse socialmente, para lo cual se cuenta con un amplio aparato institucional y mediático que se encarga de construir esta noción dentro del ámbito social, emitiendo mensajes donde el delito (acto contrario a la ley) y el delincuente (el ejecutor del acto), son “monstruos” a los que hay que combatir con todo el aparato de Estado, porque “dañan” la vida social.
Esta campaña constante de criminalización del anarquismo en particular, y de cualquier planteamiento, propuesta, idea de lucha, cualquier organización, proceso colectivo, descontento, que le sea perjudicial al sistema, intenta que la gente identifique a quienes luchan, se organizan, resisten, se levantan y sus ideas como “delitos” y “delincuentes”, justificando con esto toda la represión que el sistema utiliza, en contra del grupo particular, de las luchas en general y de las poblaciones en última instancia.
Al caracterizarnos como “delito” y “delincuentes”, el sistema intenta que socialmente se construya una imagen donde luchar desde cualquier ámbito, e idea se pueda equiparar a actos tales como asesinar, violar, agredir, intentando despojar a las propuestas, grupos, organizaciones, ideas, luchas y personas de sus sustratos, de su carácter de lucha, de sus propuestas organizativas, sociales, políticas, económicas, de sus críticas contra el sistema y la dinámica imperante de explotación, despojo, dominación.
Ante esto, creemos y asumimos importante reivindicar las ideas de lucha, sus propuestas, sus organizaciones, grupos y personas, fuera de esa concepción de “delito” que se implanta entre la gente, y como lo que son, propuestas de lucha en contra de la explotación económica, la dominación política, social, cultural, en suma propuestas transformadoras, emancipadoras.
Esto lo asumimos, sin pretender hablar por ningún grupo o tendencia anarquista o de cualquier otra forma de pensar y luchar, sino desde nuestro particular entendimiento, buscando con esta limitada contra campaña, dar un poco de difusión de lo que es el anarquismo de manera general, y llamando a la gente, a los movimientos a no replicar los discursos construidos desde el poder político y económico, pues entendemos que la actual criminalización contra el anarquismo, en el fondo es la criminalización del descontento, de la organización, de la rabia que este sistema de explotación y dominación genera.
Campaña contra la criminalización del anarquismo
Salud, organización y lucha
México, Octubre 2013.
http://elanarquismonoesundelito.wordpress.com/

lunes, 21 de octubre de 2013

El 'cura verdugo' del penal de Ocaña



Entre 1939 y 1959, 1.300 presos políticos fueron asesinados en Ocaña. El capellán de la prisión era el encargado de dar el tiro de gracia.
"La luna lo veía y se tapaba / por no fijar su mirada / en el libro, en la cruz / y en la Star ya descargada. / Más negro que la noche / menos negro que su alma / cura verdugo de Ocaña".
Estos versos anónimo escritos por presos republicanos de la cárcel de Ocaña en 1941 bajo la supervisión de Miguel Hernández, según relató el militante comunista Miguel Nuñez en sus memorias, es el único documento escrito que da fe de los crímenes cometidos por “el cura verdugo de Ocaña”, tal y como los reos le bautizaron. Se trataba del capellán del penal de esta localidad toledana, también conocido entre los familiares de los reclusos como el “cura asesino”. Un religioso entre cuyas funciones se encontraba dar el tiro de gracia a los republicanos condenados a muerte.
“Todos sabíamos que era el cura. Participaba en las palizas y después gustaba de coger su pistola y dar el último disparo. Pero poco sabíamos de él. No se dejaba ver por el pueblo y un buen día desapareció de la prisión. Ni siquiera recuerdo su nombre”, cuenta a Público Celedonio Vizcaíno, de 75 años. Su abuelo, de quien heredó el nombre, fue fusilado el 8 de julio de 1939 por “el gran delito de pertenecer a Juventudes Comunistas”.  
En la memoria de este hombre, sin embargo, sí ha quedado marcada una imagen: la de decenas de presos caminando desde el penal hasta el cementerio en mitad de la noche. En una larga y profusa fila. Presos cabizbajos seguidos de una camioneta militar. Los registros dan fe de que una noche llegaron a ser 57 los fusilados. “A veces, cuando eran pocos, iban todos en la camioneta”, recuerda. Después llegaba el silencio más absoluto y, por último, el ruido de una ametralladora que los verdugos apoyaban sobre un montón de piedras.
Los registros recogen hasta 57 fusilamientos en una noche También recuerda Celedonio las mañanas en las que acompañaba a su madre al cementerio para poner flores a la fosa común donde descansan los restos de su padre. Las tres fosas del pequeño cementerio permanecieron abiertas hasta 1945 y él, siendo un niño de 5 años, podía ver los cuerpos de los fusilados comidos por la cal. Entre ellos, el de su progenitor
Otros días, llegar hasta la fosa se hacía imposible. “Muchas veces tuvimos que salir corriendo y escondernos en cualquier lugar cuando íbamos al cementerio. Las familias de derechas nos señalaban, nos insultaban y temíamos que nos mataran”, señala este hombre. El miedo no es de extrañar. Además de su abuelo, murieron otros tres familiares fusilados en el penal.

1.300 fusilados

Sólo en Ocaña, un pueblo de apenas 11.000 habitantes de la provincia de Toledo, se registraron entre 1939 y 1959, fecha del último fusilamiento, 1.300 víctimas de la represión franquista. En su pequeño cementerio se concentran tres fosas comunes. La mayoría murieron fusilados, pero un gran número de ellos lo hicieron enfermos dentro de la prisión. La Asociación de Familiares de Ejecutados en la Cárcel de Ocaña, tras examinar los registros del penal, señala que en invierno la lista de fallecidos aumentaba considerablemente debido a las penosas condiciones de vida a las que estaban sometidos los presos. En muchos casos los verdugos ni siquiera necesitaban balas para cometer sus crímenes.
“Hemos encontrado varias partidas de defunción de bebés, que morían en la cárcel. Era habitual que las presas tuvieran allí a sus hijos. De hecho, conozco un caso escalofriante”, narra Carmen Díaz, vicepresidenta de la asociación. “Una presa fue condenada a muerte pero tenía un bebé en edad de lactancia. Las monjas permitieron que la presa continuara con vida hasta que el bebé cumplió dos años. Entonces, se lo quitaron de los brazos y la fusilaron. El bebe fue abandonado entre los matojos, aunque me consta que logró sobrevivir”, cuenta esta mujer, cuya historia familiar no es menos  trágica.
“En el penal de Ocaña conocí lo más duro para un condenado a muerte: la soledad", detalla Marcos Ana
Su abuelo murió en la prisión tras ser juzgado tres veces: una para condenarle a muerte, otra para conmutarle la pena por 30 años de prisión y, finalmente, una última ocasión, en la propia cárcel, para condenarlo de nuevo a muerte. La sentencia fue ejecutada inmediatamente sin avisar a los familiares. “Sospechamos que el último juicio fue un fraude ya que no aparece en ningún registro. Simplemente, querían verlo muerto”, cuenta a Público Carmen.

Marcos Ana y Hernández

La cárcel de Ocaña ha pasado a la historia como uno de los símbolos de la represión franquista. Tanto por el alto número de fusilados como por el nombre de los presos que albergó. Entre sus barrotes estuvieron Miguel Hernández y el poeta Marcos Ana en el año 1940-41, el primero, y a partir de 1944, el segundo. A pesar de la breve estancia de Hernández en la prisión, su figura se ha transmitido en la historia oral de los familiares de las víctimas.
“Siempre se ha contado que Miguel Hernández enseñaba a leer y a escribir a los presos republicanos y que, a escondidas de los guardias, organizaba clases de poesía. El poema de El cura verdugo surgió de esas clases”, asegura Julián Ramos, cuyo abuelo fue fusilado en el cementerio de Ocaña por ser el alcalde socialista de San Bartolomé de las Abiertas (Toledo).
La versión de Julián del poema fue corroborada por el militante comunista Miguel Nuñez, fallecido en 2008, quien estuvo preso en el mismo municipio en aquellos años y relató este episodio en sus memorias. No obstante, este diario no ha podido corroborar la autoría del poema tras consultar biógrafos y expertos de la vida y obra de Hernández.
Marcos Ana, el reo político que pasó más tiempo en las cárceles franquistas (23 años), describió para el documental ‘Memoria Viva’ las condiciones de vida del penal de Ocaña, donde estuvo preso hasta 1946.
“En el penal de Ocaña conocí lo más duro para un condenado a muerte: la soledad. Me llevaron a una pequeña celda, de unos dos metros de largo y tan estrecha que con los brazos en cruz tocaba las paredes. Una puerta de hierro, un retrete en un rincón, un colchón de esparto y un pequeño y alto tragaluz enrejado iban a formar mi nuevo universo. Nos dejaban salir al patio dos veces al día, una hora por la mañana y otra por la tarde”, detalla el poeta, que añade que el momento más triste del día era el atardecer, cuando se despedían unos de otros “sin saber si aquél sería el último abrazo”.  

Poema íntegro

Muy de mañana, aún de noche,
Antes de tocar diana,
Como presagio funesto
Cruzó el patio la sotana.
¡Más negro, más, que la noche
Menos negro que su alma
El cura verdugo de Ocaña!

Llegó al pabellón de celdas,Allí oímos sus pisadas
Y los cerrojos lanzaron
Agudos gritos de alarma.
“¡Valor, hijos míos,
que así Dios lo manda!”
Cobarde y cínico al tiempo
Tras los civiles se guarda,
¡Más negro, más, que la noche
Menos negro que su alma
El cura verdugo de Ocaña!

Los civiles temblorososLes ataron por la espalda
Para no ver aquellos ojos
Que mordían, que abrasaban.
Camino de Yepes van,
Gigantes de un pueblo heroico,
Camino de Yepes van.
Su vida ofrendan a España,
Una canción en los labios
Con la que besan la Patria.
El cura marcha detrás,
Ensuciando la mañana.
¡Más negro, más, que la noche
Menos negro que su alma
El cura verdugo de Ocaña!

Diecisiete disparosTaladraron la mañana
Y fueron en nuestros pechos
Otras tantas puñaladas.
Los pájaros lugareños
Que sus plumas alisaban,
Se escondieron en los nidos
Suspendiendo su alborada.
La Luna lo veía y se tapaba
Por no fijar su mirada
En el libro, en la cruz
Y en la “star” ya descargada.
¡Más negro, más, que la noche
Menos negro que su alma
El cura verdugo de Ocaña!

http://www.publico.es/452554/el-cura-verdugo-del-penal-de-ocana

domingo, 13 de octubre de 2013

Ferrer y Guardia y la Escuela Moderna




Una constante a lo largo de la historia del movimiento libertario ha sido el interés que ha despertado la difusión cultural en general, y el hecho educativo en particular. Este interés por la enseñanza ha propiciado dentro del movimiento libertario interesantes debates sobre las distintas relaciones posibles de lo educativo y la transformación social revolucionaria. Pero además, y probablemente antes que preocupados teóricos, los militantes anarquistas han sido incansables activistas que han puesto en marcha innumerables proyectos educativos con diferentes características pero guiados todos ellos por unos principios comunes, de los que queremos mencionar los siguientes: - Una educación en libertad y para la paz
- Una educación integral, es decir, que aúne lo manual y físico con lo intelectual y todo ello con lo emocional.
- Una educación individual, donde lo específico de cada ser no vaya contra lo colectivo.
- Una educación encaminada hacia la formación de principios morales y solidarios.
- Una educación no circunscrita a la infancia, ni a la institución escolar, etc.
De los muchos compañeros que admirablemente se han lanzado a la lucha contra la incultura impuesta a las clases trabajadoras desde hace siglos por la Iglesia y el Estado, debemos detenernos en un militante catalán, Francisco Ferrer y Guardia (Alella 1859- Barcelona 1909), que destaca por la creación de un proyecto que ejerció una gran influencia en las líneas de actuación de los militantes anarcosindicalistas en el campo educativo hasta 30 años después de su muerte.
La Escuela Moderna, el proyecto educativo ideado por Ferrer y Guardia que nace en Barcelona en septiembre de 1901, comienza su andadura en una España que a principios de siglo (hacia 1910) contaba con un índice de analfabetismo que estaba cerca del 59 % y que tenía a la Iglesia Católica como principal protagonista de la actividad docente desarrollada en territorio estatal. Así no podemos sorprendernos de que las escuelas de la época se caracterizaran por la brutalidad de la represión física y el peso del elemento doctrinal católico. Frente a este panorama, la Escuela Moderna adopta muchos de los principios pedagógicos más avanzados de la época a los que añade los fundamentos del anarquismo y del librepensamiento.
Ferrer, a través de la obra editada por Anselmo Lorenzo, La Escuela Moderna, póstuma explicación y alcance de la enseñanza racionalista nos ha legado algunas reflexiones sobre esos fundamentos que sostuvieron o pretendieron sostener la actividad de este proyecto y que hemos resumido del siguiente modo:
Enseñanza mixta.
En la abrumadora mayoría de las escuelas de la época se separaba a los alumnos según su sexo. Esto era el reflejo del fanatismo religioso y su patriarcado radical que marcaba unos determinados roles de género: la mujer se debía al hombre, siendo ésta sostenedora del papel de reproductura y pilar de las esferas privadas de la vida familiar. Ferrer apuesta por la coeducación de sexos como instrumento de combatir la absurda desigualdad entre mujeres y hombres.
Importancia del higiene.
Dicen los documentos de la época que la suciedad en las escuelas, y no sólo en las escuelas, era tal que los niños iban allí a coger enfermedades. Por ello, el movimiento higienista del que la Escuela Moderna participa en cierto modo se preocupa de combatir la superstición de la suciedad y la mierda secularmente alimentada por la Iglesia gracias a su mensaje de despreocupación por lo físico y terreno frente al alma y lo ultraterreno.
Enseñanza integral.
Valor del juego en el proceso de aprendizaje.
Frente a los modelos de enseñanza donde se impone un cruel aburrimiento y se reprime cualquier método lúdico de aprendizaje Ferrer señala la importancia del juego como forma de libre desarrollo.
Enseñanza racionalista.
Frente al asfixiante dominio que ejercía la Iglesia católica sobre la vida cotidiana del pueblo con su moral y su visión del mundo, Ferrer cree que la Ciencia será la base sobre la que se construirá el nuevo hombre libre. En Ferrer, la admiración por la filosofía positivista, no es nada más que la asunción del modelo filosófico que él considera más avanzado en su época y que va a impregnar muchas de las reflexiones y prácticas de la pedagogía ferreriana.
La coeducación de clases sociales.
Éste ha sido uno de los aspectos más criticados por muchos seguidores de Ferrer y por otros militantes anarquistas de la época. Los críticos con la educación de distintas clases sociales en un mismo proyecto educativo razonan que la enseñanza de raíz libertaria debe ser una enseñanza al servicio de la clase obrera, pero en las páginas en las que Ferrer explica sus ideas sobre este asunto parece vislumbrarse la intención de que exista total coherencia entre medios y fines, aspecto ético fundamental del anarquismo. El pedagogo catalán construye una escuela en cuyas entrañas no hay clases sociales como debiera ser la escuela y la sociedad futura. Si bien algunos críticos e intérpretes de la Escuela Moderna muestran algunas contradicciones de la practica de la coeducación de clases en esta escuela barcelonesa.
Rechazo de premios y castigos.
El sinsentido de los castigos y su abuso de gran valor anti-educativo y la utilización de premios que promueven entre otros valores la vanidad o la frustración son rechazados.
No podemos ser exhaustivos ya que no queremos alargarnos. Por eso, sólo recordaremos brevemente otros importantes aspectos como el carácter antiestatista de la Escuela Moderna o el desbordamiento de su actividad educativa que también se concretaba en un boletín y lo que fue el germen de una universidad popular; no podemos olvidar tampoco el interés por las metodologías prácticas y la iniciativa del niño que le dio a éste un mayor protagonismo en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
El éxito de la Escuela Moderna fue considerable. Comenzó el curso de 1901 con 30 alumnas y alumnos y en 1908 hay diez escuelas modernas sólo en la ciudad de Barcelona que cuentan con un número aproximado de 1.000 alumnas/os.
El asesinato legal cometido por el Estado español en 1909 terminó con Ferrer pero no consiguió, ni mucho menos, detener el impulso que ya había tomado el modelo pedagógico racionalista que durante 30 años tuvo una gran importancia para la historia educativa de la clase obrera en España y en especial para el influyente movimiento anarcosindicalista. Dicho impulso saltó las fronteras establecidas y además de extenderse por Cataluña, Valencia, Andalucía, Madrid, etc. también llegó a Suiza, Bélgica, Portugal, Argentina, Estados Unidos y Brasil, entre otros lugares.
El interés que ha despertado la obra de Ferrer, se puede comprobar a través de la extensa bibliografía que ha generado su tarea con seguidores y detractores poco rigurosos y algunos estudios bastante interesantes que además de reconstruir las bases de la teoría y práctica del pedagogo catalán lo han analizado con resultados desiguales. De verdadero interés son las aportaciones de Cappelletti (1) (desde una óptica libertaria), Cambrá Bassols (2) (marxista) o las más fáciles de encontrar en librerías de Peré Solá (3).
Pasados 100 años desde que Ferrer fue fusilado, se hace necesario no abandonar al olvido a aquellos que lucharon con honestidad libertaria por un mundo nuevo, ahora que después de tanto tiempo parece que todavía tiene sentido aquello que dijo el de Alella:
"Educar equivale actualmente a domar, adiestrar, domesticar..."
Porque hoy, como hace un siglo, sigue siendo necesaria una sociedad decente donde quepa un lugar donde conocer, aprender y cooperar, por esto, es necesario recordarlos y aprender de sus errores y aciertos para seguir camino hacia la anarquía.
http://madrid.cnt.es/pedagogia_libertaria/articulo.php?id=2


Documental sobre Ferrer i Guardia - Viva la escuela moderna